Para el patrono es muy difícil decidir
cerrar una empresa, y más cuando durante muchos años le ha traído tantas
satisfacciones personales y financieras. Esta decisión puede traer al
trabajador grandes consecuencias no solo económicas sino también emocionales.
Sin embargo, debemos ponernos en los zapatos de los patronos, ya que muchos
trabajadores piensan que ser empresario hoy en día es un gran privilegio,
situación muy lejos de la realidad, ya que cuando existen crisis políticas y económicas
en un país tienden a golpear directamente a las PyMES.
Las PyMES pueden resistir mucho tiempo
en el mercado, no obstante, como en el caso de las empresas comercializadoras,
que han estado importando anualmente un promedio de 1.200.000 dólares,
descendiendo radicalmente a 100.000 dólares por año, es el resultado de un
eminente cierre y un fracaso empresarial, causado no por políticas internas
sino por amenazas económicas externas. El empresario o patrono bajo estas
condiciones es aguerrido y busca tomar previsiones para evitar quedarse con
deudas, pero especialmente logra tener un plan de cierre para liquidar a todo
su personal eficientemente, para que éstos no queden en el aire. Así podrá
minimizar pérdidas y tiene la posibilidad en un futuro tener un colchón para
hacer un nuevo Proyecto de Vida o Empresarial.
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