Esta excelente frase
para comenzar el artículo nos ayuda a pensar no solo cuales pueden ser nuestros talentos sino también a revisar como
podemos reconocer en nuestro entorno laboral, político, social y familiar la
gente que hace contribuciones a la organización o a la vida cotidiana, y que no
son recompensadas. Tradicionalmente el dinero es la manera más obvia para
incentivar a un personal que ha logrado satisfactoriamente una meta, pero como
líderes debemos ir más allá y reconocer sus esfuerzos y potenciales propiciando
formación adecuada, cursos, adiestramientos y hasta la culminación de una
carrera que ha dejado por la mitad por falta de tiempo y recursos; que
motivarán aún más a un trabajador que sentirá la retribución y gratitud que
tanto esperaba de sus superiores. Como decía Renny Ottolina “El ser humano tiene una tendencia
natural hacia lo mejor”, pero para ello, nosotros como líderes
debemos descubrir ese diamante en bruto puliendo las destrezas y colaborar en
que una persona, un grupo de trabajo o una masa de gente logren alcanzar el
éxito.
Nos corresponde como guía entonces hacernos esta pregunta
¿Qué está sintiendo y que desea en estos momentos esta (o este grupo) de
persona(s)? Es decir, ponernos en los zapatos de los demás nos ayudaría mucho a
entender una situación en crisis y mejorar
el rendimiento en un centro de trabajo o encontrar la salida más efectiva que no solo nos satisfaga sino que
sea también del agrado del los demás.